Ciudad Ficción (1)
UN DIA
Se hace el tiempo conforme las nubes corren sobre el cielo azul, las palomas caminan sobre la plancha del Zocalo, por primera vez en mucho, mucho tiempo son las unicas que marchan en el corazon de la ciudad, soy parte del tiempo y disfruto la ser la parte que no se mueve, que no hace tiempo, ser asi, la costra mientras avanza el dia, sin llegar a la caida de la tarde, ver las nubes sin observar las manecillas del reloj, no ver el tiempo, solo sentirlo, contemplarlo, asi quiero estar, asi desde que oi esta mañana a mi jefe, una conferencia banquetera, un discurso sin pies ni cabeza, no, no quiero que pase el tiempo, no, no quiero recordarlo. "Si algo condenamos nosotros es la corrupción de nuestros elementos, lo consideramos una verdadera traición", sabia que aqui habia de todo, sabia que la pelea que ibamos a dar era a muerte, pero siempre crei que el enemigo estaba afuera, por eso hoy no quiero saber, ni pensar, ni ver el tiempo, por eso ahora prendo un cigarro y bebo cafe, que ahi se vaya el tiempo, que nadie me diga que hacer, que nadie me mire, que nadie sepa que existo, que nadie recuerde que trabajo aqui.
Mi puerta la abren timidamente, Abraham se asoma tras ella, su mirada dice mas que todos los discursos, su silencio me grita su entendimiento. Se acerca hasta mi escritorio y sonrie, sin mas me invita a salir a caminar, niego con la cabeza, niego con el pensamiento "seria apresurar el tiempo", Abraham insiste, salimos en silencio de mi oficina y bajamos por las escaleras, el camina a mi lado, yo voy fugado, miro los murales sin observarlos, quiero no pensar y trato de que absorban esos indios de rostros firmes, esos heroes de rostros de cadaver, quiero que la escalera se haga larga, mas larga, eterna y atemporal, Abraham sale conmigo directo a la calle, salimos como si el viejo edificio nos vomitara hacia el Zocalo, hacia la triste y cansada figura de una Catedral que esta en muletas desde hace años. Abraham me toma del brazo y me dice "Siempre ha sido asi jefe, siempre, no se desanime", habla con esa sabiduria de los años, esa inteligencia que da el tiempo, la experiencia del decano de los periodistas de nota roja, del brazo me lleva por la calle de Bolivar, mientras me enlista una a una las veces que ha visto que las personas de la corporacion avienta la toalla, se cambian de bando y siguen ahi, Abraham me dice que me llevara a un ver como se hacian las cosas antes, en la calle de Bolivar entramos a un local, no entramos a una planta baja, sino despues de pasar las puertas de cantina, ante nosotros se presentan unas escaleras angostas, subimos y Abraham es saludado como un guerrero que regresa, ellas lo abrazan, el las abrazas, ellas le susurran, el les susurra, ellos estallan en carcajadas, yo observo, Abraham escoge una mesa al fondo, me pregunta que prefiero: tequila o ron, le contesto que para mi es lo mismo, se decide por tequila y Wendy vuela por la bebida, los cacahuates estan rancios tal vez estan ahi desde que Abraham fue por primera vez. Regresa Wendy con una botella, ante mi mirada de asombro, Abraham se concreta a decir "a la antigua quedamos", sin mas le dice a Wendy que nos de unos minutos a solas y que luego con gusto se podra sentar ella y otra amiga junto con nosostros. Sigo incredulo, sorprendido, este viejito me trajo a empedarme con una guilas, eso no me va ayudar a matar el tiempo, no era asi mi idea.
Abraham, en voz baja, muy baja, me dice "se como hacerlo, se como se endereza esto" mientras llena mi caballito, prendo un cigarro y lo veo con una cara que es de no ma..., pero Abraham me sostiene la mirada y sonrie, sus labios hacen una mueca de euforia y me dice "pronto vas a entender", se toma su primer tequila de un golpe, mira a Wendy que se acerca enfundada en una pequeña minifalda de talla grande, se sienta, pone su mano sobre la mano de Abraham y me dice "como las prefieres, Janette, es buena onda", sin mas una mujer delgada se sienta mi lado y con un "papacito lo que sea ya pasara" y comienza la tarde.
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